Humo Púrpura

Humo Púrpura

Un puñado de monedas caen en el mostrador tintineando, una mano las recoge y la otra señala un pasillo estrecho. El aire es más espeso aquí, el calor hace que las ropas se peguen a la piel y la luz anaranjada del mediodía en la Ciudad Violeta entra por unas ventanas como ojos de serpiente.

La Señora Gata maúlla al verte. Su humano-mascota de piel cerúlea la empieza a acariciar en lo que no puede ser más que un acto reflejo. No te queda más remedio que aplastarte contra la pared para que pase la mascota, tan alta como tú y con cara de haber comido mejor en los últimos días. Esta Señora Gata es completamente negra y, al pasar su mascota cerca de ti, te golpea con la cola en la cara, la cabeza de serpiente en la que termina sisea a escasos centímetros de tus ojos.

Sonríes.

Inclinas la cabeza en señal de respeto.

Los Señores Gato gobiernan la Ciudad Violeta, último bastión de la civilización frente a las Praderas Ultravioletas que se extienden interminables hacia el oeste.

En la habitación ya te están esperando, suntuosas sedas y tapices decoran las paredes y el suelo, donde un pebetero central arde calentando la pipa de humo púrpura con la promesa de un sueño compartido.

El chico que os atiende, casi invisible hasta ahora, toca la pipa para comprobar la temperatura y asiente. Está lista. Te ofrece a ti los primeros vapores.

Inhalas.

Exhalas.

De nuevo inhalas.

Al recostarte en tus cojines un destello del sol te ciega por un momento.

Te cubres con la mano los ojos para protegerte del sol. Es aún temprano cuando ya estáis subiendo por la colina que os llevará hasta el túmulo del clan del Lobo. El señor de estas tierras os ha encargado que pongáis orden en sus dominios, pues algo extraño pasa en las inmediaciones del túmulo. Las gentes del pueblo, pobres campesinos, no hablan más que de fantasmas, maldiciones y cuentos para viejas. Vosotros, con el poder del acero y la magia de vuestra parte, sabéis que, aunque es posible que haya algo de verdad, solo si vais a investigar conseguiréis aclarar lo que está ocurriendo.

Debe ser un espectáculo para los lugareños ver a aquel trío variopinto. Ese humano larguirucho, nervioso, envuelto en aquella capa claramente más grande que él; el enano refunfuñando constantemente, con esa hacha gigantesca a la espalda y aquel escudo enorme; ¿y la hobbit? Con un arco cruzado a la misma espalda donde le caían unos rizos pelirrojos y aquellas piernas regordetas ascendiendo, con pasos cortos pero incansables, hasta el árbol que dominaba la colina.

El roble era lo que más llamaba la atención. Más incluso que aquel pozo abandonado o que la capilla en ruinas. Retorcido y ennegrecido tuvo a Paella, la hobbit, un buen rato embelesada. Algo no le cuadraba, ¿pero el qué? Staksis, nervioso, ya había ido varias veces del árbol al pozo y del pozo a la capilla. Él también había advertido qué ocurría, ¡pero tenía tantas cosas de las que estar atento!

Cuando Gimli el enano encumbró la colina no se lo pensó dos veces. Un pozo. Empezaba el día bien, con cosas que a él le gustaban. Sacó su equipo de minería y comenzó a preparar el descenso.

Paella por fin se dio cuenta. El árbol parecía que había sufrido algún tipo de incendio, pero no había ninguna otra señal alrededor. El suelo estaba intacto, la hierba crecía verde… ¿Qué podría provocar una situación así? Desde luego no podía ser nada natural. Cruzó su mirada con Staksis y ambos se miraron preocupados. Tenían que explorar la capilla.

Staksis, mientras, ya estaba mirando dentro del pozo. Gimli, que hasta ahora no había reparado en que lo interesante pudiera estar dentro del pozo, también se asomó. Tenemos que recordar que muchos enanos disfrutan más cuando realizan actividades metódicas y familiares para ellos que al descubrir cosas nuevas o explorar sitios desconocidos.

Del pozo salió una bandada de murciélagos que se lanzó sobre Gimli y Staksis, pero rápidamente Paella y Staksis dieron cuenta de ellos y los ahuyentaron. El corazón de Gimli latía desenfrenado, ¡odiaba los murciélagos!

Pasado el susto inicial, Gimli se armó de valor y descendió por la cuerda que había preparado. En el fondo del pozo seco solo había barro y, para su sorpresa, un túnel horadado en la pared. Al final podía ver el brillo rojizo de una luz, antorchas seguramente, y lo que parecía ser una habitación construida en piedra. Según sus cálculos, y en esto jamás se equivocaba, aquella luz se encontraba debajo de la capilla.

Y era la propia capilla el objeto de interés de la hobbit y el humano. Más de un cuarto de hora estuvieron inspeccionándola sin éxito. De la pequeña capilla no quedaba nada, de los cuadros y el retablo que había allí solo quedaban marcas en la pared. Si alguna vez hubo algo de valor tuvo que ser hace décadas.

Decepcionados y cabizbajos, se dirigieron al pozo, por ahora único elemento interesante en aquella mañana primaveral.

Gimli les gritaba desde abajo explicando lo que veía, pero, de repente, enmudeció. Paella y Staksis veían como el enano adelantaba la cabeza, como si con aquel gesto pudiera ver mejor.

El enano no tenía duda alguna. La luz de las antorchas de aquella habitación había titilado. Alguien había pasado cerca y había arrastrado la llama un momento. Lo suficiente para que el atento minero advirtiera lo que ocurría.

Pero él mismo llevaba un buen rato gritando desde el fondo del túnel, y las paredes de piedra amplificaban su voz de barítono.

¿Habría alertado a alguna criatura al otro lado de aquel túnel misteriosamente excavado?

¿Estarían en ese momento preparándose para emboscarlo?

En la cabeza de Gimli solo había lugar para un temor.

Mientras sacaba su enorme hacha contrapesada y comprobaba que el filo estuviera en perfectas condiciones con la yema de su índice repetía en voz baja, una y otra vez:

«Que no haya murciélagos, por favor. Que no haya murciélagos, por favor.»

Exhalas.


El sistema que se usa es el Index Card RPG de Hankerin Ferinale, con leves modificaciones. La partida se ambienta dentro de Ultraviolet Grasslands de Luka Rejec, donde en este viaje psicotrópico compartido se enfrentan, con sus avatares oníricos al módulo The Burial Mound of Gilliard Wolfclan de Josh Burnett, de nuevo, con alguna alteración para hacer el paso al ICRPG más sencillo.

No recuerdo cuándo fue la última vez que escribí un informe de juego, pero después de más de un año sin dirigir la ocasión lo merecía. Ayer tuvimos una sesión muy cortita donde explicamos someramente el sistema, hicimos fichas y nos lanzamos a jugar. Aunque esta partida es solo para foguear el sistema, quería que los jugadores pudieran citarla cuando finalmente recorramos las Praderas Ultravioletas, así que la planteé como un sueño compartido en un antro de la ciudad Violeta.